Texto de Marcela Gasperi
El artista percibe el mundo como un complejo
tejido de acontecimientos, en el que conexiones de distintas índole alterna,
superponen o combinan determinando así, ojos que ven más allá del objeto
sino relaciones con los otros.
Desde
la intuición de ser parte de una trama viva el hombre se avoca al
cuidado de la misma. La percepción totalizadora del mundo y el correspondiente
comportamiento no es una conexión lógica, sino creativa.
El artista tiene una mirada reflexiva unicista de la
realidad, es consciente de él mismo,
y del Universo. Cree en lo que siente. Intuye
la ausencia y la oscuridad.
Desde la soledad el
artista se involucra y percibe
mas allá de lo que sus ojos ven.
Esta mirada, vive la experiencia del alma
secreta de todas las cosas.
Cuando esta profunda percepción totalizadora se vuelve parte de la vida cotidiana, emerge
un sistema ético radicalmente nuevo. Responsabilidad moral.
El artista necesita
ir de una sociedad competitiva a una sociedad compasiva y de conciencia, como potencial para todo
el universo. Es necesario un nuevo modo de pensar sobre la naturaleza y
la organización de todos los sistemas vivientes, de la creatividad inherente al
caos y del mundo no-lineal que contiene la visión múltiple.
El artista debe comprometerse con su visión y ser fiel
con su trabajo, para vivir como crea y
construir su mundo con esa necesidad.
Los artistas deben tomar una actitud
reflexiva del entorno para que sus
obras sean manifestaciones directas
de cómo sus ojos ven, sienten y reflexionan.
Todo
hombre puede ser un artista en la medida que elija esta forma de vida. El arte
ofrece herramientas fundamentales para enfrentar los nuevos desafíos de la
sociedad mutante que estamos viviendo. Ser creativo, resolutivo y tener poder
de decisión propia es imprescindible ante el mundo fugaz, cambiante,
manipulante y vertiginoso de hoy.
El
verdadero artista es un profeta porque ha recibido una visión divina,
para desenmascarar al mundo, despojarlo de falsas certezas y esa es su responsabilidad moral.
El
artista se deja llevar por sus propias visiones interiores y el reclamo del espíritu de su obra. Guiado
por sus intuiciones, encuentra las herramientas y medios necesarios para crear sus propias reglas de trabajo.
El objetivo es aprender a mirar descubriendo
para poder encontrar la verdad oculta que calla toda obra. Cuando digo dialogar
con la obra estoy proponiendo pensarconlosojos, reflexionando con los
ojos, usando la imaginación como herramienta del conocimiento para plantear
nuevos sistemas de relaciones por inducciones, asociaciones y combinaciones
(entre lo visual y lo conceptual). Esta dinámica “pensarconlosojos” es
necesaria ejercitarla para estar
preparados para cuestionar cada aspecto del viejo paradigma.
El
cambio de Paradigma requiere una
expansión no solo de nuestras percepciones
y modo de pensar, sino también de nuestros valores.
El
artista que es sincero con el mismo es
diferente. Se sale de lo conocido, rompe con todo, se aparta de las corrientes
y modas. Estar solo, implica una liberación
total, que solo se puede disfrutar cuando
se descubre que no hay miedos al manifestar la realidad personal.
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